La muerte de alguien no es agradable, y menos cuando es tu hermana.
Las semanas pasaban, no salía, mis amigas se acercaban a mi y yo me alejaba. Y mis padres, mis padre pues, no se atrevían a mirarse a la cara. Mi madre, sin fuerzas, dicidió mudarse. Irse lejos y esconder su dolor. Fué entonces cuando tube que tomar la decisión mas difícil de todas: ¿Mi madre o mi padre?
Estaba segura que si me iba, no volvería a ver a mi padre. Y si me quedaba, no saldria adelante, todo me recordaba a ella. TODO.
- Me iré con mamá. -le dije a mi padre llorando-
- Haz lo que quieras. -contestó él, frío y sin sentimiento-
A la semana siguiente, mi madre ya había comprado casa, comprado coche. Todo, y lo peor, con algunos de los ahorros de mi herman. Me pareció fatal.
Salimos, mi padre no quiso despedirse. Yo me limitaba a llorar.
En el coche, me quedé dormida y, cuando llegamos pues ... Vi la casa mas bonita del mundo.
- ¿Donde estamos? -pregunté a mi madre-
- Ribadesella. Estamos en Asturias.
- Genial ...
Entré en mi casa. Era mayo, tenía que ir al día siguiente a clase. Genial ...
Lo peor no era que fuese un nuevo instituto, lo peor era que era mitad de trimestre.
La verdad, no quería ir. Pero me daba igual, estaba decidida.
- Mamá, ¿donde es mi habitación?
- Arriba cariño. Subes las escaleras y al fondo.
- Vale. -sonó seco y sin ganas-
Entré y vi un ordenador encima de la mesa. No había tocado mi ordenador desde la muerte de mi hermana. Pero este era nuevo. No había rastro de mi hermana, nada. Así sería más fácil olvidarme de ella. Pero ... no quería olvidarla para siempre.
Porque para siempre, es mucho tiempo.
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